No lo volveré a hacer más
En el día de hoy voy a traeros una reflexión sobre una acción que guarda cantidad de situaciones, cientos de razones e infinidad de nuevas posibilidades. Es la última consecuencia del arrepentimiento , la palabra con la que extraemos nuestras más profundas desazones, gracias a la cual conseguimos que nuestra conciencia –que no consciencia– quede en un preocupante estado de serenidad y sosiego. Vengo a hablaros del perdón , aunque seguro que ya lo sabíais. Todos coincidimos al dictar que la conciencia, la capacidad de demorar una acción hasta llevar a cabo las pertinentes cavilaciones previas para que el deseo y la acción concuerden, es lo que nos discierne del mundo animal. Aún así, no mentiría si digo que nuestros ejes de conducta se fundamentan antes en la inmediatez, en la imprudencia, en la última dársena de la estación llamada impulso . Actuamos sin pensar en las consecuencias futuras, sin reparar siquiera en los posibles efectos en agentes externos, todo ello por