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Mostrando entradas de noviembre, 2017

FRÍO

Además de en las pantallas de nuestros monitores, el invierno ha llegado en estos comienzos del undécimo mes del año. La escarcha que cubre los campos, los aires gélidos que te reconfortan la primera vez que inspiras aire al salir de la puerta; la incipiente preocupación que te hace desenterrar los cálidos abrigos del fondo del armario. El frío, odiado por muchos, amado por otros tantos. Este sábado, la lluvia arreciaba los ventanales que conforman la pared lateral de mi habitación, cuyas persianas estaban alzadas para que pudiera observar la bella estampa. Belleza resultante gracias a un café caliente y una manta que cubría todo mi cuerpo. Es interesante observar lo reconfortante que resulta el mal tiempo cuando te encuentras protegido por el calor hogareño. Bienestar que se disipa en un instante cuando, tras la pertinente ducha, me dispongo a coger el paraguas de su correspondiente perchero. En el ascensor, los típicos –obligados a veces, forzados otras – “buenos días”

Pienso, luego existo

Quizás muestres perplejidad si te pregunto las partes que componen al ser humano. O incipiente seguridad al presentarse en tu mente los órganos como la cabeza, la espalda o las piernas. Pero no, mi mira se aleja de la biología para postrarse en la antropología, la ciencia que estudia la realidad humana. Partiendo de aquí y de su visión dualista , clarifico que somos el producto resultante del binomio cuerpo-alma. Qué debe predominar. He ahí el quid de la cuestión. Si comenzamos con el cuerpo, sería el espacio donde conviven los sentimientos . La parte que nos induce -mayoritariamente- al error, la cual es moméntanea, guiada por el instante y su resultante precipitación. Inciso. Espero que no te haya dado tiempo a pensar en el amor; si lo has hecho ya, olvídalo -por ahora-. Me refiero a sentimientos como la rabia, el miedo, la desesperanza o la pena. Emociones válidas solo en un momento determinado, cuando los sientes, pero cuya validez queda supeditada sobremanera al contexto existen

Te quiero, o así lo llamo yo

Amor. Cuatro letras que suelen ser la razón del ciclo eterno de los inexplicables dolores y alegrías humanas. Una palabra que ha posibilitado infinidad de películas, relatos, historias, novelas o canciones. Un vocablo que es la máxima expresión de la necesaria concordancia de los opuestos. Pero no, no os voy a hablar de esto último, del sufrido amor de Romeo y Julieta o de su carácter totalitario que invade nuestro cuerpo y alma. Voy a teorizar sobre cuál siento que es la relación amorosa adecuada. Aunque, te lo advierto desde ahora, es una simple -preciosa- utopía. Celos , cólera, posesión, dominación o ego. Todos ellos conceptos, potenciados exponencialmente por las herramientas digitales actuales, que relacionamos con muestras de amor. Cuántas veces habré escuchado eso de: "si siente celos, es porque me quiere" o el tan común "los celos son necesarios". Correlación totalmente equívoca y opuesta. Los celos son un sentimiento peyorativo, nacido de una conceptua