Lágrima


Hace apenas unos días, observaba esta fotografía. Un anciano entrega un ramo de flores a la -imagino- mujer de su vida. El titular no deja lugar a dudas: "De amor no sabemos nada". Al instante, una lágrima se deslizaba por la mejilla derecha de mi rostro; fruto del nexo entre la emotividad de la imagen y la total certeza de la veracidad de la afirmación. Partiendo de este punto, quisiera realizar una reflexión sobre la capacidad de unión de las redes sociales, pues es el contexto donde emergen, consolidan y evaporan las relaciones de hoy en día. 

¿Estrechan las redes los lazos sociales? Ante esta pregunta, quisiera diferir entre el uso generalizado y su potencial empleo. La tecnología se ha instalado en la raíz de nuestra concepción y visión externa respecto al mundo. No entendemos una relación de amistad o amorosa sin el empleo de las redes sociales. Es más, es la herramienta que más empleamos para el surgimiento de dichas relaciones, pues han transformado nuestra manera de comprender a los demás. Lógicamente, todo es más facil detrás de una pantalla. Esta realidad no es peyorativa, al contrario; es consecuencia directa de los cambios dados en las últimas décadas. 

Asimismo, Internet posibilita mantener el contacto con seres queridos de manera regular, pudiendo ignorar factores antes insalvables como la distancia. Tampoco quisiera olvidarme de aquéllos para quienes una relación en Internet puede ser más valiosa que una física. Creo que esos sentimientos son tan válidos y -en muchas ocasiones- más reales que otros. Y es que las redes sociales e Internet pueden ser herramientas maravillosas para construir. Pero, como todo, haciendo buen uso de ellas. 

El problema nace cuando elevamos la importancia de esas redes sociales a esferas superiores que la realidad personal, produciendo en nosotros sentimientos peyorativos. Es inconcebible que un like o comentario en Instagram pueda tener más valor que cualquier otra cosa, que prevalezca eso a todo lo demás. Que una última conexión o tick azul de Whatsapp sea causa de enfado para alguien. No damos ninguna importancia al simple hecho de que una persona desee permanecer a nuestro lado, de que nos escoge antes que a todos los demás, entregándonos lo único que jamás se recupera, o desvirtuamos todas las muestras de afecto y demás bondades del amor por esas razones. 

La cuestión para algunos quizás sea escapar de esa sensación. Quiero decir, una vez para alguien sea incuestionable que esos factores producen un sentimiento de enojo, su siguiente paso es analizar la validez de esa emoción. Preguntarse si es racional que un mísero comentario en Instagram pueda trastocar el estado de bonanza con alguien. Si tiene algún sentido enfadarse por no responder a un mensaje de Whatsapp. Si acaso la tarde de felicidad que has pasado con esa persona no debería valer más. Si acaso la cercanía de esa persona en todos los malos momentos no deberían pesar más.

Quisiera creer que es una cuestión de madurez, algo que se vive en la juventud y que se evapora con el tiempo. Que dejamos de dar importancia a estas cosas con el tiempo y nos centramos en querer en condiciones. Pero no dejo de preguntarme si es algo que va a transfigurar para siempre las relaciones entre humanos, donde a lo digital le demos mayor importancia que a lo personal. Es entonces cuando me pregunto si no va a ser real aquello de "ya no se quiere como antes". 

Hemos olvidado lo que es la pureza de una relación; el estremecimiento que produce cruzar las miradas; el inmenso placer de sentir un acto de empatía hacia nosotros; el sentimiento de desarrollo personal, de constante aprendizaje; una desinteresada muestra de afecto; lo significativo de una sonrisa; la seguridad intrínseca del amor; la paz que produce la cercanía de un ser querido; las continuas carcajadas con los amigos; el valor del compromiso; el significado de un beso en la frente; la belleza de entregar un ramo de flores. La belleza de amar. Eso hemos olvidado.

Por todo ello, os invito a que introspeccionéis, analicéis qué es lo importante en vuestras relaciones sociales, a qué hay que darle valor y a qué quitárselo. El proceso no os costará nada. Como mucho, una lágrima.